Cosme y Damián, Santos
Memoria Litúrgica, 26 de septiembre…
- Hoy también se festeja a:
- • María del Refugio Rosat y María del Calvario Romero, Beatas
- • Pablo VI, Santo
- • María Teresa Couderc, Santa
- • Lucía de Caltagirone, Beata
- • Gaspar Stanggassinger, Beato
El más pequeño será el más grande
Santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50. Lunes XXVI del Tiempo Ordinario
Por: Balam Loza, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, me meto hoy entre tus brazos. Así como lo haría un niño en los brazos de su padre, así quiero estar entre tus brazos, con una confianza plena en tu amor. Sin preguntarme muchas cosas, simplemente estar. Quiero disfrutar de estos minutos contigo. Tal vez no sienta nada, pero no es necesario sentir para saber que Tú estás aquí. A veces, Señor, me complico pero me he dado cuenta que la fe es lo más sencillo porque sólo hay que dejarse amar por ese Padre, que es Dios. Por eso hoy vengo con la fe de un niño para dejarme amar por ti.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50
Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”.
Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
«Quién era el más grande de ellos». Puede pasar que muchas veces se piense que el más importante es el que más hace, el que más responsabilidades tienen, el más generoso. Sin duda entre lo apóstateles había un poco de todo. Pero si el Señor hubiese querido personas eficaces no hubiesen sido esos doce los llamados. Y sin embargo los llama a ellos. Podemos pensar en un Pedro, un humilde pescador de lago de Galilea. O en un Mateo, un recaudador de impuestos. Y si nos detenemos en cada uno de ellos podemos ver sin mucho esfuerzo todos sus defectos.
Entonces, ¿por qué el Señor llamó a estos doce? Pudo haber llamado a algún fariseo o algún miembro de la familia real, que seguramente serían más cualificados… Pero el Señor conocía el corazón de cada uno de sus apóstoles. Sí, tenían muchos defectos, pero se mostraban como eran. Decían lo que pensaban y aceptaban con sencillez las correcciones del maestro. Tenían una fe de niño.
El Señor nos invita a ser como sus apóstoles, a ser como niños. Y a veces puede pasar que nos dé vergüenza el ser de esta manera, el tener esta personalidad, pero no nos damos cuenta que tal y como somos el Señor nos quiere. Él nos ha creado y Él sabe por qué. Puedo ser muy primario y ser una persona que se enfada apenas le dicen algo, pero Pedro era igual y gracias a que él fue sencillo, el Señor pudo obrar milagros. En cambio otro puede decir que es muy frío, pero Tomás el mellizo era un poco frío y gracias a eso pudo tocar el costado y las llagas de las manos y los pies.
Jesús, te ama tal cual eres. No tienes que aparentar otras cosas. Y el Señor, te ha dado una misión grandísima, sólo tienes que dejar que Él actúe en ti. Por eso los niños son los más importantes en el Reino de los cielos. Porque se dejan guiar por el Espíritu Santo; porque saben escucharlo en el interior de su corazón.
«La gran misión que el Señor nos confía, la llevamos a cabo en comunión, de modo colegial. ¡Está ya tan desgarrado y dividido el mundo! La fragmentación es ya de casa en todas partes. Por eso, la Iglesia, “túnica inconsútil del Señor”, no puede dejarse dividir, fragmentar o enfrentarse».
(Discurso de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Señor, voy a dedicar un momento del día a hacer un pequeño examen. Y me preguntaré: ¿Soy una persona sencilla? ¿Tengo miedo de mostrarme tal cual soy? ¿Se escuchar lo que me dice Dios por medio de mi párroco, de un familiar, de mis amigos? ¿Qué propósito me pongo para crecer en esa fe de niño?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
El poder de la imagen.
Más que una hermosa sonrisaManuel Velásquez nos ofrece unas recomendaciones básicas para mejorar nuestra imagen
Por: Manuel Velásquez | Fuente: Yoinfluyo.com
¿Apoco no es desagradable hablar con alguien que tiene mal aliento? ¿No sabes qué hacer cuando tienes que hacerlo? Inclusive, si vas en el metro o en un lugar con mucha gente, puede resultar terriblemente incómodo. Lo peor, es que algunas personas no se dan cuenta de su problema y si alguien se los señala, lo pueden tomar mal y causar un conflicto.
Pero todo esto sería innecesario, si tenemos una buena higiene bucal. Aquí daremos unos consejos prácticos para cuidar de tus dientes y tu aliento, pero también para tu imagen.
Lo primero para tener un buen aseo bucal, es lavarse los dientes. Punto sencillo y básico, que si bien, a veces nos puede resultar un poco pesado por cuestiones laborales o de llegar tarde a casa, es necesario que lo hagamos. Para que el trabajo no interfiera con este hábito, es bueno llevar un cepillo de dientes en la mochila o bolsa, ya que no ocupa mucho espacio y sí nos va a ayudar bastante.
Otro de los grandes aliados a la hora de tener una buena higiene bucal, es el enjuague. Ahora, ya hay una gran variedad de presentaciones. Hay para la noche, para el día, en distintos sabores, sin alcohol, con alcohol, especiales para la gingivitis (enfermedad de las encías), especiales para un aliento fresco, etcétera. El chiste, es saber cuál se adecua más a las necesidades de uno, y conforme a eso, ocuparlo.
También tenemos al hilo dental, que si bien ya no es tan usado, sigue siendo importante para la higiene. Y es que aunque los cepillos se han hecho mucho mejor y con mejores diseños, el hilo llega a donde las cerdas y el enjuague no, removiendo partículas de comida entre los dientes. A veces, un pedazo de carne, puede provocar muy mal aliento.
Algo que probablemente poca gente sepa, es que tener caries puede generar mal aliento. Por lo que si notamos que tenemos mal sabor de boca después de hacernos nuestro aseo bucal, es conveniente acudir a un dentista a que nos haga una revisión general.
Pero nuestros hábitos bucales deben ir más allá de limpiarnos bien los dientes. Es necesario saber puntos básicos de educación, para que una buena sonrisa, esté acompañada de una buena imagen integral.
Es básico comer con la boca cerrada. Puede resultar también terriblemente desagradable, para algunas personas, ver cómo alguien degusta con la boca abierta. Más si se está en un ambiente formal o de trabajo. Hablar con la boca llena se debe también evitar o bien hacerlo de la forma más discreta posible.
El tema del chicle es delicado, y es que mascarlo puede resultar desestresante, lo que en ciertas situaciones nos puede ayudar. Sin embargo, también genera mucha salivación, haciendo que nuestro estómago crea que estamos comiendo sin que éste reciba alimento alguno, por lo que los jugos gástricos se incrementan y pueden causar a la larga gastritis. Pero también hay que saber cuando mascarlo, y es que estando en una junta, puede no resultar lo más conveniente, ya que demuestra indiferencia y falta de atención.
Si el mal olor persiste pese al habitual aseo bucal puede tener alguna enfermedad por lo que es indispensable que acuda al médico.